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En realidad, era una carrera que detestaba y que no quería hacer ese año, pero Ferrari insistió. Estaba envuelto en ese momento en una especie de aventura loca y apasionada con esta actriz estadounidense, Linda Christian, y en uno de los puntos de control en la carrera, Portago entró, tomó combustible y le estampó su tarjeta. Uno de los mecánicos notó que la carrocería trasera estaba dañada y en realidad estaba doblado y estaba muy, muy cerca del neumático. Querían cambiar el neumático y Portago, ya sabes, según todos los informes, simplemente los rechazó. «No, no, no. No tenemos tiempo para eso». Entonces vi a Linda Christian. Ella vino y hubo un beso apasionado, Habiendo dicho que no hay tiempo para intentar alejar la carrocería del neumático. Luego se puso en camino de nuevo. En las últimas etapas de la carrera, cuando en un lugar llamado Guidizzolo, casi a la vista y al alcance del oído, una llanta estalló en el auto. El auto salió de la carretera, con una voltereta, golpeó el banco y se desintegró. De Portage fue asesinado. Edmund Nelson, su navegador, también fue asesinado. Nueve espectadores fueron asesinados. Cinco de ellos eran niños, lo que lo hizo particularmente impactante. Murió en la búsqueda de una carrera a lo que le había dedicado todo su tiempo y energía y ese gran espíritu competitivo, que lo convirtió en lo que era. Que debería ser asesinado en el umbral de una magnífica carrera de carreras es una gran pérdida para las carreras y al mundo de las personas que aún conservan un gramo de romance en ellos. Por la naturaleza misma de sus vidas, personas como Portage no mueren en la cama. Sus banderas siguen volando en los muchos campos competitivos donde disfrutaron sus mejores triunfos hasta el final. No era raro en la década de que los espectadores fueran asesinados, pero este, fueron los cinco niños los que hicieron la diferencia. Para Enzo Ferrari, este fue un momento en el que tuvo que cavar muy, muy profundo. La Mille Miglia nunca se volvió a correr.