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-¿Y a ti qué te importa? -¡Ascilto! -¡Encolpio! -¡Ascilto! -¿Cómo estás? -Creía que habías muerto. -¡Deja que te vea! -Te he buscado por todas partes. -¿Sabes? Me persiguen. -¡Qué bien! Nada ha cambiado. ¿Conoces algún sitio donde mi esclava y yo podamos escondernos? ¿Tu esclava? Claro. Aquí arriba, donde vivo. -¿Cómo? ¿Es ésta tu casa? -No, vivo sólo arriba. ¡Venid! ¡Corina, acuérdate! Tres horas después de la puesta de sol. Corina, ¿quién es ese guapo joven a quien nunca había visto? Es una posada muy limpia, ya lo verás. ¡Hola, Plinia! ¡Hola! -¡Qué bien huele! -¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Ya te he dicho mil veces que para entrar en mi posada, Radio no tienes que pasar por ese antro! ¡Como todos los demás clientes, tienes que entrar por la puerta principal! ¡Ten un poco de educación que he traído unos huéspedes! -¡Vamos! -¡Huéspedes y un cuerno! ¡Primero, págame la habitación o si no, os echaré a todos! ¿Llevas dinero encima? -Tengo . sestercios. -¿Lo ves? Ya puedes preparar la cuenta Radio y te pagaremos el alquiler con un mes de anticipo. ¡Y tráenos una buena cena con tu mejor vino de la casa! -¡No te enfades! Adiós. -¡Quita las manos! -¡Ven! ¡Hemos vivido tantas cosas juntos, Radio jugándonos la piel; nos hemos perdido y vuelto a encontrar. Pero, dime, ¿por qué tenemos que jugarnos así la vida? Tienes razón. Y me causa mucha satisfacción el oírte hablar así. Además, yo me he puesto a trabajar en serio, ¿sabes? He escrito diversas obras. ¿Queréis acabar de una vez o voy a llamar a la policía? -Es que hay un borracho que Radio -¡Ah! ¿Eres tú, Scilla? ¡Qué bien! ¡Qué me importa que esté borracho! ¡Échale afuera! ¡Ya no aguanto más! ¡Fuera de aquí, puta! ¡Mira, Encolpio, tienes razón! Es preciso volver a empezar desde el principio. Tenemos que frecuentar otros ambientes verdaderamente intelectuales. En resumen, gente que sea digna de nosotros. ¿Dónde? Podríais frecuentar la escuela de Agamenón, donde enseñaba tu tío. -Es verdad. -Es una escuela muy famosa, Radio donde se pueden encontrar a los grandes filósofos y poetas de Roma. Está todos aquí de vacaciones. Muy bien. ¡Aquí está tu peluca! ¡Ay! Aquí pondremos un poco de aceite de cinamomo. ¡Sólo un minutito y vas a ser tan hermoso como Apolo! ¡Así ya basta! ¡Perfume! Ya está. Eres mas hermoso que Apolo. -Estos son para ti. -Pregunta siempre por Zeno. -Gracias. -De nada. -¿Has visto a estos nuevos pollitos? -¡Hay que matarlos ahora mismo! -¡Eh! ¿Conoces a estos? -Parecen dos chicos muy formales. ¿Te das cuenta de cómo nos miran? No me extraña, con la pinta que tenemos. Buenos días. Buenos días. Pero, ¿quiénes son estos? Ahora que me has hecho gastar todo mi dinero, dime cómo vamos a comer. ¡Ponte alegre y no te preocupes! Ya verás cómo, antes de que anochezca, tendremos, al menos, una invitación a cenar. El hecho es que los sabios que vinieron antes que nosotros, ..no nos dejaron verdades ya descubiertas, sino verdades para descubrir. Hemos propuesto nuevas leyes para reorganizar las provincias, Radio para la liberación de los esclavos y la abolición de las fronteras, Radio que nos permitan construir un mundo nuevo, bajo la enseña de Roma. Pero, ¿quién, digo yo, se opone al curso de la historia? ¡Es un arrogante idiota! Han sido los grandes propietarios meridionales, con sus representantes en el Senado, Radio quienes consideran la abolición de las fronteras como un peligro para ellos. ¡Yo no estaba hablando contigo! Era una pregunta retórica, que no necesitaba ser contestada. ¡Has visto cómo se ha molestado! ¡Basta, es inútil! Nunca vais a entender nada de retórica. En los actuales momentos, Radio el problema de las pensiones para nuestros valiosos operarios Radio ¿Por qué echas leña al fuego? Perdona, entonces, ¿para que hemos venido aquí? ¿Cómo? ¿No lo sabes? Para encontrar a alguien que nos invite a cenar. ¡Ese de allí, el rico simpático! -¿Cómo se llama? -Pisón. -¿Cómo? -Pisón. -¡Qué bien! ¡Oh, queridísimo Pisón! Me pregunto por qué los hados que son enemigos míos Radio me conceden la alegría de volverte a ver. ¡Oh, querido! Pero, ¿quién eres Radio que ya no me acuerdo? ¿Y quién es este guapo joven tan tímido? -¿Podría invitaros a cenar a mi casa? -Claro. -¿Sí? Será un honor. -No, no podemos. -¿Por qué? -¡Sí que podemos! ¡Vamos! Déjalo estar. ¿Por qué? A este paso no vamos a poder cenar nunca. ¿No has visto que era un viejo cerdo? ¿Y a ti qué te importa? Radio y que ahora tenga que llevar una túnica tan andrajosa y raída. El caso es que, a mi edad, no tengo ningún interés por las cosas terrenales. Mis queridos y jóvenes amigos, como sabéis muy bien, Radio hace dos meses que vivo en esta ciudad Radio y estoy aguardando la llegada de un barco de Egipto, con un cargamento de oro, Radio valorado en muchos millones de sestercios. Y en esta larga y desesperante espera, Radio me pregunto: ¿Qué voy a hacer con tanta riqueza? Estoy sólo en el mundo y no tengo mujer ni hijos. Yo te auguro una larga vida, Radio pero si tienes que morir, Radio porque tendrás que morir como todos, Radio ¿a quién vas a dejar tus riquezas? Este problema ya hace largo tiempo que me lo he planteado.
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