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os van a hacer pedazos! Voy a echar un vistazo. ¿Se puede saber quién es tu ama? Se llama Trifena, esposa de Lycas, un rico armador de Taranto. Y el marido, ¿dónde está? ¿En el barco? Tenéis suerte de que esté de viaje, porque si no, os hubiera costado caro. -¡Rápido, subid! -¡Vamos! Debemos estar preparados, por si nos echan al mar. Sí, sí, pero yo no sé nadar. ¿Dónde están esos perros? ¿Quién os ha enseñado a cometer unos delitos, que ni siquiera se narran en los libros? -¡Piedad, señora! -Somos dos estudiantes. ¡Canallas! Debo confesar que me dais pena. Y yo, desde que me visteis en el templo, completamente desnuda, Radio me consume una fiebre, que ni yo misma puedo aplacar. ¡Sea buena. señora! ¡No nos haga daño! No es a mí a quien debéis temer, sino a los dioses. Tenéis suerte de que veo que sois dos jóvenes fuertes y vigorosos. -Porque la venganza de Príapo es terrible. -¿Príapo? ¡Mala suerte, hijitos! Lo primero que os va a pasar es perder vuestro pelo corporal. Vuestra piel se volverá lisa y mórbida; os crecerán los pechos Radio y os volveréis débiles y flácidos como dos vejestorios. Pero, si aceptáis hacer una pequeña penitencia, Radio el dios Príapo podría hacer como si no lo hubiera visto. ¿Una penitencia? ¿De qué penitencia se trata? Yo no sé nada. Todas estamos a las órdenes de la Maga. Trae mala suerte el ir contra el dios Príapo. Es una de las deidades más vengativas. ¡Venga! ¡Desnudaros, por completo! -¿Por qué? ¡No vengáis con porqués! ¡Haced menos preguntas! ¡Estate quieto! ¡Vamos! ¿Y a esto lo llaman penitencia? ¡Vamos, levántate! ¿Qué haces? ¡Venga! ¡Bébetelo todo de un trago! -¿Qué es? -Satirio, un estimulante. -¿Un estimulante? -Sí. ¿Cómo te sientes, ahora? Siento que algo me quema dentro. ¡Ven aquí! ¡Bésame, vamos! ¡Fuera, sucio cerdo! ¿No ves que soy una vieja? ¿Quién de los dos ya está listo? ¡Tú, ve! ¡Vamos, ven! -¡Venga, ya! -¡Espérame! -¡Detente! ¡Ven, aquí! -¡Quita esas manos, cerdo! -¿Cómo está la señora? -No muy bien. Aún tiene fiebre. -¿Y por qué no llamas al médico? -No necesita ningún médico. ¡Espérame! ¡Hola! ¿Cuánto va a durar esta penitencia? Una vez duró tres días y tres noches. Así que no es la primera vez que sucede. A menudo, sorprendemos a jovencitos en el templo Radio y cuando no los hallamos en el templo, Radio nos quedamos en la calle por la noche, esperando que pasen los soldados. ¡Dime una cosa! ¿Por qué vive tu señora en este barco? La expulsaron de Cartago y ahora vive en el exilio. -¿Por razones políticas? -No, por ofensa al pudor. Al parecer ella ha hecho cosas de todo tipo. ¿No bebes? Pero, ¿qué es esto? Una infusión de amapola, especias y cebolla. ¡Bébetela! Está buena, ¿verdad? ¿Nada? ¿No te ha hecho ningún efecto? -¡Dame un beso! -No. -¡Dámelo! -No. ¡A mi señora! -¡Vamos! ¡Dame un beso! -No, no. Encolpio, ¿dónde estás? ¿Dónde te has escondido? ¡Sal de aquí, que te he visto! Esto te servirá de lección. ¡A ver si aprendes a respetar lo que está destinado a tu ama! ¡Basta, pobrecita. No es culpa suya. Entonces, ¿de quién es? -¡No lo volveré a hacer! -¡Desvergonzada! La culpa es vuestra por hacerme beber eso. ¡Calla! Recuerda que no estás aquí para divertirte. ¡Ahora, vamos a ver cómo te las arreglas con el ama! Pero, ¿qué pasa? ¿Qué tengo que hacer? ¿Ha salido ya el otro? -No, aún está con la señora. -¡Espera aquí! Te estoy diciendo que ya no puedo más. No puedo más! ¿Cómo quieres que te lo diga? -¡Ven aquí, serpiente mía! -¡Quita las manos! Está bien. ¡Vete de aquí y envíame a tu amigo! ¡Ay! Me has dado en la cabeza. -¡Maldita sea! -¿Te ha hecho daño? ¿Que si me ha hecho daño? Casi me arranca la oreja de un mordisco Radio y me ha tirado un vaso a la cabeza, esa cretina. -Pero, ¿qué quiere? -¡Yo qué sé! Es una sanguijuela. -¿Dónde estás, Encolpio? -¡Ay! -Estoy aquí. -¡Ve! -¡Encolpio, ven aquí! -Voy a entrar, Ascilto. -¡Ve, ve! Ya verás lo que es bueno. -¡Encolpio! -Estoy aquí. ¡Acércate! ¡Ah, Encolpio, ven! ¡Qué mal que me encuentro! ¡Qué frío! ¡Mira qué fríos están mis pies! ¿Te gustan? ¡Qué bonito! ¡Muérdeme! ¡Más fuerte! ¡Qué suave! ¡Bebe! -Ya he bebido. -¡Sigue bebiendo! -¿A ver? ¿Ya está listo, Encolpio? -¿Tan pronto? Ten paciencia. ¡Vamos, vamos! ¡Oh dioses! Estoy agotado. La cabeza me da vueltas. Pues bebe y luego iremos a almorzar. La vida es un destino cruel Radio ¿Y eso qué es? ¡Satirio, otra vez! ¡Dime! ¿No te dice nada tu marido por celebrar todas estas fiestas? Mi marido nunca se preocupa, cuando está de viaje. -¿De verdad? -Sabe que no le engaño. ¡Esa si que es buena! ¿Y qué es lo que hemos hecho esta noche? Es una penitencia que me ha ordenado el dios Príapo Radio y ha sido por vuestra culpa. -¡Dale de beber! -Estoy tan cansado. ¡Oh, qué calor! -¡Bésame! -¡Basta, ya! No puedo más. -¡Bésame! -Quiero dormir. ¡Vete! ¡Cómete esta flor o te van a salir pelos por todas partes! -¡Lárgate, vieja bruja! -Es afrodisíaco. Me aburro. -Tengo sueño. -¿De verdad, tienes sueño? Sí, quiero dormir. Por favor, señora, si no nos deja dormir un poco, vamos a morirnos. -Estoy cansado. Lo siento. -¡Estate quieto! -Yo, también. No es posible que vosotros queráis dormir siempre.